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René Magritte.- Elementos morfológicos

Magritte, como buen pintor surrealista, tenía el propósito de sorprender al espectador. Para ello empleó de forma ingeniosa cada elemento compositivo, dando lugar a infinidad de interpretaciones.

Los elementos morfológicos que más destacan en su obra son: el punto, el color y la forma.

A continuación los analizaremos en sus cuadros más representativos.

1. El punto

El punto, como elemento morfológico, está presente en la mayor parte de sus obras, ya que se trata de un recurso con el que Magritte pretende llamar la atención del espectador.

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El espejo falso, 1928

En El espejo falso se puede observar que el elemento punto aparece representado como un círculo que corresponde a la pupila.

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El hijo del hombre, 1964
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La Gran Guerra, 1964

Sin embargo, en estas obras, el elemento punto está situado en el centro del rostro de los personajes. En el primer caso, vemos que el punto adquiere forma de manzana y se encuentra en la cara de un hombre y, en la segunda pintura, observamos que también se sitúa en el rostro, pero en forma de flor.

 2. La línea

La línea también es un elemento morfológico característico de Magritte, pues aparece en diversos cuadros, como por ejemplo:

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La llave de los campos, 1936

En La llave de los campos podemos ver a simple vista que este elemento aparece representado en las tablas horizontales de madera de la ventana, en el soporte de las cortinas, en los laterales de las mismas y en los cristales.

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La condición humana, 1934

En este otro cuadro, observamos que la línea figura en el suelo, en las patas del caballete, en las tablas de madera de la ventana, en el soporte de la cortina y en el lienzo.

3. La forma

La forma es un elemento que Magritte trabajó e introdujo de manera considerable en su obra, pues como podemos observar le encantaba jugar con los cuerpos y sus siluetas.

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Decalcomanía, 1966

En esta obra, observamos un claro ejemplo de la forma como elemento morfológico, aparecen representados un hombre de espaldas, contemplando el cielo y a su lado, su silueta.

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La promesa, 1927

En La promesa se aprecia una cierta similitud a la pintura anterior, ya que también aparece representada una silueta, cuyo interior contiene un cielo con nubes que contrasta con el fondo nocturno.

4. El tono

En cuanto al tono, en las obras de Magritte suelen ser comunes los degradados y las variaciones de tonalidades, que permiten crear sensación de profundidad.

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La página blanca, 1967

En esta obra apreciamos a simple vista el tono azul: un azul marino que define las casas, añil en la parte superior de la obra, sobre el que resaltan unas hojas y la luna (elemento punto de la composición) y en el medio de dichos tonos encontramos un degradado, que pasa a una tonalidad más clara. Esta tonalidad nos permite averiguar que se trata de un anochecer.

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Meditación, 1936

En Meditación, observamos que Magritte juega con un degradado de azules con la finalidad de crear profundidad. De este modo, el pintor consigue definir los elementos representados, el cielo, el mar y la arena en la que se encuentran una especie de velas, con forma de serpientes que parecen estar en movimiento.

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El noctámbulo, 1928

El noctámbulo es una obra en la que predominan, por un lado, los tonos ocres y marrones, que aportan realismo a la pintura, y por otro, el salmón y el beige, que destacan la luz del farol. Este tratamiento lumínico permite crear sombras y profundidad.

5. El color

El color es un elemento que está muy presente en las obras de Magritte. El pintor, generalmente, emplea colores pasteles y con poca saturación, lo que provoca una sensación de armonía y poco llamativa. Destacan los marrones, los azules, los ocres y los cobrizos.

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Seductora, 1953

En Seductora se observa a simple vista la pigmento predominante es el azul, representado tanto en el mar como en el barco.

El azul es un color frío que simboliza la tristeza y la melancolía, pero también la calma. Esta percepción se ve acentuada por los elementos que contienen dicha tonalidad.

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La tumba de los luchadores, 1960

En esta pintura el color protagonista es el rojo, representado en una gigantesca rosa que ocupa toda la habitación y acentúa sus connotaciones, pues se trata de un color que hace alusión a la pasión, a la sensualidad y al misterio.

6. La textura 

Finalmente hablaremos sobre la textura,  un elemento que representa una gran cantidad de percepciones y de valores sensoriales.

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El mundo invisible, 1954

En esta obra la textura visual recae sobre la enorme roca que se aprecia en la imagen. A través de sus rugosidades y granos, se perciben las imperfecciones y la dureza de la piedra.

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El modelo rojo, 1937

En este cuadro como textura destaca el tratamiento perfecto de la madera, pues se aprecian líneas y puntos más oscuros, dando lugar a una reproducción inmejorable del material, puesto que tan solo con mirarla podemos sentir o percibir su textura real.